miércoles, 4 de abril de 2007

Bienvenida

Sean bienvenido, estimados alumnos.
Este es tu espacio para compartir ideas, trabajos y crecer juntos. . Somos líderes, estamos abriendo caminos que nos llevarán al encuentro con el conocimiento, con la alegría, con el deporte, con nuevas experiencias que nos ayudaran a crecer. Estamos abriendo caminos para hacer realidad nuestros sueños, y al andar por estas sendas tambien estamos abriendo camino para que otras generaciones también puedan avanzar. Por esos somos Líderes.

La imagen hace alusión a la fortaleza que necesitamos para soportar las dificultades de las vida así como ese faro, que se mantiene firme ante las fuertes olas que revientan contra él. Hay que perseverar hasta lograr nuestros objetivos.

Actividad Nº 1


APRENDER A PENSAR


ACTIVIDAD DEL ENTENDIMIENTO O DE LA RAZÓN

Para estudiar un tema, no basta leer una o más veces; hay que procurar entenderlo, examinar diligentemente lo que contiene; hay que formularse objeciones y dificultades y resolverlas; si uno no puede resolverlas, se debe anotarlas para hacer las preguntas en las clases ordinarias, en los círculos de estudio o a los profesores; hay que ir haciendo los apuntes de todas las asignaturas; se debe escribir algún trabajo especial sobre alguna materia vista, de más importancia, de actualidad, o que a uno más le interese.

Examinemos esto más particularmente:

1) Es muy evidente que se requiere leer las explicaciones, pero también es claro que esto no basta.
2) No aprenderlas de memoria. Ello es totalmente inútil, costosísimo y contraproducente. Tratándose de ciencias nunca se debe estudiar el texto al pie de la letra.
Para aprender una ciencia se requieren necesariamente dos cosas: entender y retener lo que se ha entendido. Naturalmente que el entender debe preceder al retener. Ahora bien, ¿qué supone el entender?

El entender supone dos elementos: uno objetivo, a saber, la materia: tesis, teoremas, leyes, datos, etc.; otro subjetivo, a saber, la asimilación de los argumentos.
El elemento objetivo puede darlo el profesor o el libro de texto; en cambio para el elemento subjetivo, bien que ayude mucho el orden, la claridad del libro de texto, y la viva voz del profesor; para la asimilación y posesión definitiva de los datos y de los argumentos, se requiere el trabajo mental del estudiante. Solamente después de este trabajo podrá decir que ha entendido, estará en posibilidad de manifestar que sabe.

Supongamos que estos elementos entran en la cabeza del estudiante solamente por la memoria, pero que el entendimiento no llega a asimilarlos, ¿podremos decir que el estudiante sabe? Será un armario, pero no el entendimiento de un hombre; tendrá un depósito, pero no una posesión; tendrá lo que otros saben, pero él no sabrá.

Veamos el retener. Dijo Cicerón: "Tanto sabemos, cuanto mandamos a la memoria”. Lo que queremos examinar es, qué es lo que se debe retener, si la palabra o la idea, si la letra o el espíritu, si el símbolo o la realidad, si su enunciación o los datos y argumentos.

Es evidente que son los datos y los argumentos lo que se debe retener; nuestro fin principal no es hacer un ejercicio de memoria, sino adquirir conocimientos científicos; ahora bien, para esto bastan los datos. Al contrario, el retener la expresión literal de ellos no se necesita, y cada uno la formulará a su manera y bien, con tal que tenga la idea clara.

Podría tolerarse en los estudios superiores el estudiar de memoria si no causase perjuicios; pero el hecho es que los causa, por ejemplo:

1° Quita tiempo para profundizar en las materias: Disponiendo de poco tiempo para estudiar, todo él se requiere para fijarse en la idea, y no gastar las energías en aprender la letra. Y este es el primer perjuicio.

2° Lo que se estudia a la letra se retiene menos tiempo, que lo que se estudia profundamente según la idea; pues según una ley sicológica, la retención está en razón directa de la claridad e intensidad con que las cosas entran en nuestra mente. Quienes estudian de memoria no saben decir las cosas de una manera propia. Frecuentemente sucede, que si se les cambia un poco la pregunta, o se invierte el orden, se ven desconcertados y no saben contestar, a pesar de haberlo aprendido.

3° Suelen dar más importancia a la letra o a las fórmulas, que a la misma idea, representada por la letra; sacrifican el espíritu por la letra.

Lo único que se debe estudiar a la letra, pero entendiendo, son las definiciones, los enunciados de las tesis, las formulaciones de los principios, las fórmulas técnicas; porque son como fórmulas matemáticas, consagradas ya por el uso.

3) Es menester comprender, es decir, penetrar, investigar la cohesión íntima de los conceptos, examinar la fuerza de los argumentos, de la doctrina y de los sistemas,.

Después de haber leído un libro, nos quedan algunas ideas en la memoria; pero para que queden fijas es menester atarlas, encadenarlas, unirlas con otras ideas ya fijas, que ya hemos hecho nuestras, para que de esa manera se conviertan también en ideas nuestras.

ACTIVIDAD MENTAL
Al abordar esta actividad, es indispensable considerar:


1. El orden: éste pide se siga paso a paso el libro escogido en el orden en que está escrito, a fin de darse cuenta exacta del plan, del desarrollo, del enlace de ideas; de otro modo la confusión se apodera de la inteligencia, que no puede asimilar las ideas servidas con precipitación y desconcierto.

2. Lentitud: ésta es compañera inseparable de la sobriedad. Pues la primera condición para aprender a leer es leer despacio.

3. Atención: la atención es la aplicación de la mente a un objeto. El primer medio para penetrar bien el pensamiento de un autor es atender bien, concentrar y enfocar las facultades en el objeto o asunto de que trata.

4. Reflexión: esto hace que se asimilen las ideas ajenas, se aclaren y perfeccionen las propias, se profundicen las materias, se extiendan las meditaciones más allá de lo que se encuentra en los libros, y se forme uno un sistema propio sobre el corto número de principios tomados de otros. La reflexión consiste en considerar y ponderar lo que se lee; darle vueltas alrededor del asunto; mirarle por todos sus lados; para descubrir nuevos puntos de vista, nuevas perspectivas y relaciones.

5. Espíritu crítico: éste se ha de extender al análisis gramatical, literario, histórico, lógico y filosófico; es como la práctica de la reflexión. Esto quiere decir que hemos de juzgar, comparar, razonar, corregir, aprobar, ejercitar continuamente el espíritu, haciéndole apto para comprender dónde está lo falso, lo débil, lo mediocre, y dónde lo verdadero, lo fuerte y lo bello.

Todo lo precedente exige superar los siguientes defectos:

1) La dispersión del espíritu. La formación intelectual consiste en gran parte en disciplinar la atención, naturalmente indisciplinada, y en habituarla aún a las ideas más abstractas. La vida agitada de nuestros días y las pasiones nos inclinan a la dispersión del espíritu, y hay que procurar adquirir a todo trance el recogimiento.

2) La inconstancia. Sin perseverancia en el trabajo intelectual no se puede llegar a nada sólido. La inconstancia nace de la dispersión del espíritu y de la falta de vida interior.

3) La pasividad. En toda lectura se debe discutir, razonar, contradecir... Se pueden devorar enciclopedias y bibliotecas enteras sin aprovechar nada, si se hace con espíritu de pasividad.

4) El excesivo espíritu crítico. Algunos parecen tener el espíritu de contradicción; pues cuanto leen les parece censurable; leen sólo para encontrar qué criticar. En el fondo nace de soberbia y denotan gran pequeñez de espíritu e impotencia para producir.

5) La pereza en no esclarecer las dudas. Al ir leyendo encontramos: nombres de ciudades cuya importancia desconocemos (es necesario acudir a un diccionario para enterarnos de ello), palabras cuyo significado no precisamos (debemos acudir al diccionario).




Pregunta de reflexión: ¿Qué opinas de lo que acabas de leer? ¿Te parece que vale la pena tomarlo en cuenta? ¿Tu forma de acceder al conocimiento es muy diferente a lo que aquí se dice?